BOLIVAR

Bolívar recorrió 123 mil kilómetros, más que lo que hicieron Colón y Vasco de Gama juntos. Fue Presidente de la República de cinco países (seis, actualmente).Llevó la antorcha de la Libertad a la distancia de 65.000 kilómetros, vuelta y media a la Tierra. Diez veces más que Aníbal y el triple que Alejandro Magno...

Simón Bolívar, Libertador de Venezuela

En la ciudad de Caracas, a catorce de octubre de mil ocho cientos trece, tercero de la República y primero de la guerra a muerte, concurrieron a cabildo extraordinario, precedida citación del mismo día, los ciudadanos Cristóbal de Mendoza, gobernador político del Estado; Juan Antonio Rodríguez Domínguez, juez de policía presidente de la Municipalidad; Vicente y Jacinto Ibarra, alguaciles mayores; y los municipales Andrés Narvarte, Marcelino Algain, Miguel Camacho, Francisco Ignacio Alvarado Serrano, José Ventura Santana, Rafael Escorihuela, y los síndicos José Ángel de Álamo y Pedro Pablo Díaz, el ciudadano Antonio Fernández de León, director general de rentas nacionales; los corregidores Carlos Machado, Francisco Talavera, Ramón García Cádiz y Vicente López Méndez, y el prior del Consulado Juan Toro; no habiendo asistido los demás individuos de la Municipalidad por legítimo impedimento.
Así congregados, tomó la palabra el ciudadano gobernador político como presidente nato de todos los cabildos del distrito y de este acto, y propuso a la Asamblea si estaba dispuesta, como manifestó incontinenti estarlo, a entrar en discutir y acordar la demostración particular que la misma, en nombre del pueblo venezolano, se hallaba en el necesario caso de tributar al General del Ejército Libertador, ciudadano Simón Bolívar, pues que siempre victorioso y siempre triunfante de las huestes españolas que nos oprimían, ha entrado ayer la segunda vez en esta capital, coronado de laureles, entre los vivas y aplausos más expresivos y sinceros de todos los cuerpos militares y civiles, del eclesiástico, con su prelado a la cabeza, de todas las personas más ilustres y notables del país y de un pueblo numerosísimo que espontáneamente concurrió a recibirle, vencedor y glorioso, por haber dejado deshechas y aniquiladas las fuerzas enemigas que vinieron últimamente de España, en los campos memorables de Bárbula y Las Trincheras y encerrados sus miserables restos en Puerto Cabello.
Uniforme, pues, el voto de los concurrentes en ceñir la demostración al grado militar de que se ha hecho digno por sus servicios, sobre el de brigadier, que no debe a Venezuela, su patria sino al ilustre Gobierno de la Nueva Granada, protector de nuestra libertad, y a determinarle un epíteto o sobrenombre que inmortalice su memoria en los anales de la América libre; la Asamblea, como órgano de la voluntad expresa y general que han manifestado los pueblos a quienes este invicto General y sus compañeros de armas han roto las cadenas, y que no pueden ver con indiferencia al Héroe Libertador con el sólo carácter de brigadier en que se ha mantenido por una consecuencia de su delicada moderación cuando él mismo día ascendido y condecorado con grados militares, aun de mayor jerarquía que el suyo a los que se han distinguido en la campaña; resolvió aclamar, como por el presente acto aclama solemnemente, al Brigadier de la Unión y General en Jefe de las armas libertadoras, ciudadano Simón Bolívar, por Capitán General de los Ejércitos de Venezuela, vivo y efectivo, con todas las prerrogativas y preeminencias correspondientes a este grado militar. También le aclama la Asamblea con el sobrenombre de Libertador de Venezuela, para que use de él como de un don que consagra la patria agradecida a un hijo tan benemérito.
Y espera la Asamblea que, puesta esta acta en manos de Su Excelencia por medio de una diputación, la aceptará como un testimonio de su gratitud; quedando encargado el ciudadano gobernador político de trasmitirla a los demás Estados para su inteligencia y satisfacción, igualmente que a los cabildos de Caracas, por conducto del presidente.
Finalmente, acordó la Asamblea que en las portadas de todas las Municipalidades del distrito se fije con caracteres bien inteligibles esta inscripción: «Bolívar, Libertador de Venezuela»; y firmaron de que certifico. Cristóbal de Mendoza. Juan Antonio Rodríguez Domínguez. Vicente Ibarra. Jacinto de Ibarra. Andrés de Narvarte. Marcelino Algain. Miguel Camacho. Francisco Ignacio Alvarado Serrano. José Ventura Santana. Rafael Escorihuela. José Ángel de Álamo. Pedro Pablo Díaz. Antonio Fernández de León. Carlos Machado. Francisco Talavera. Ramón García Cádiz. Doctor Vicente López. Juan Toro.
Francisco León de Urbina,
Teniente Secretario.

Proclama sobre libertad de los esclavos

SIMÓN BOLÍVAR,
Jefe Supremo de la República y Capitán General de los Ejércitos de Venezuela y de Nueva Granada, etc.
A los habitantes de la provincia de Caracas.
Un ejército provisto de artillería y cantidad suficiente de fusiles y municiones está hoy a mi disposición para libertaros. Vuestros tiranos serán destruidos, o expelidos del país, y vosotros restituidos a vuestros derechos, a vuestra patria y a la paz.
La guerra a muerte que nos han hecho nuestros enemigos cesará por nuestra parte: perdonaremos a los que se rindan, aunque sean españoles. Los que sirvan la causa de Venezuela serán considerados como amigos, y empleados según su mérito y capacidad.
Las tropas pertenecientes al enemigo que se pasen a nosotros, gozarán de todos los beneficios que la patria concede a sus bienhechores.
Ningún español sufrirá la muerte fuera del campo de batalla. Ningún americano sufrirá el menor perjuicio por haber seguido el partido del rey, o cometido actos de hostilidad contra sus conciudadanos.
Esa porción desgraciada de nuestros hermanos que ha gemido bajo las miserias de la esclavitud ya es libre. La naturaleza, la justicia y la política piden la emancipación de los esclavos; de aquí en adelante sólo habrá en Venezuela una clase de hombres, todos serán ciudadanos.
Luego que tomemos la capital convocaremos el Congreso General de los representantes del pueblo, y restableceremos el gobierno de la República. Mientras nosotros marchamos hacia Caracas, el general Mariño a la cabeza de un cuerpo numeroso de tropas, debe a Cumaná. El general Piar sostenido por los generales Rojas y Monagas ocupará los Llanos, y avanzará sobre Barcelona, mientras el general Arismendi con su ejército victorioso ocupará la Margarita.
Cuartel General de Ocumare, 6 de julio de 1816

Simón Bolívar

Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco (Caracas, Venezuela, 24 de julio[1] de 1783 - Santa Marta, Colombia, 17 de diciembre de 1830), militar y político venezolano, una de las figuras más destacadas de la Emancipación Americana frente al Imperio español, que contribuyó de manera decisiva a la independencia de las actuales Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela.
Le fue concedido el título honorífico de El Libertador por el Cabildo de Mérida en Venezuela que, tras serle ratificado en Caracas, quedó asociado a su nombre y los problemas para llevar adelante sus planes fueron tan frecuentes que llegó a afirmar ser "El hombre de las dificultades" en una carta al general Francisco de Paula Santander en 1825.
Participó en la fundación de la Gran Colombia, nación que intentó consolidar como gran confederación política y militar en América de la que fue Presidente y, a pesar de que su proyecto político de la Gran Colombia fracasó, Bolívar es considerado por sus acciones e ideas "Hombre de América" y una destacada figura de la Historia Universal que dejó un legado político en diversos países latinoamericanos que le ha convertido en objeto de veneración nacionalista. Él ha sido honorificado en varias partes del mundo, con estatuas, parques, plazas, etc..., por su gran liderazgo y por ser un gran pensador.

Bolívar como estratega

Militarmente, las guerras de independencia dirigidas por Bolívar no implicaron a un número importante de efectivos ya que en total el Ejército expedicionario español nunca sobrepasó los 35000 efectivos y Bolívar en todo caso consiguió reunir la décima parte.
Sin embargo ante las consecuencias de los acontecimientos bélicos ocurridos es importante destacar que Bolívar no era un militar profesional en el sentido literal de la palabra, y mucho menos un teórico de la Estrategia. Su formación militar fue básica y su instrucción teórica no pasó los límites de las nociones de disciplina y jerarquía, su paso por las formaciones militares coloniales de Venezuela fue breve y se ha comprobado que nunca estuvo en L'École de Sorèze ni en ningún otro instituto militar de ninguna clase.
Sin embargo, la forma en que desarrolló sus diversas campañas militares y la terminología utilizada en su correspondencia sugieren que sus éxitos no pudieron deberse a casualidades afortunadas poseía conocimientos de estrategia militar más avanzados de los que debía tener por su formación.
Mediante el análisis de sus hazañas bélicas se aprecia que Bolívar utilizaba los fundamentos de la Planificación y Estrategia para elaborar sus operaciones y en determinadas acciones demostró tener conocimientos de clásicos del arte de la guerra aplicando tácticas como la del orden oblicuo del rey Federico II de Prusia, formaciones romanas descritas por Tito Livio, puso en práctica los principios militares de Maquiavelo, era consciente de la importancia de la economía de fuerza, hacía análisis del terreno y del adversario y consideraba fundamental el uso de la Logística.
Dentro de la literatura militar se sabe que Bolívar leyó la Polibio y la Guerra de las Galias de Julio Cesar pero además existen indicios suficientes para creer que manejó los textos militares de Mauricio de Sajonia y del Conde de Guibert. Sin embargo, se sabe casi con seguridad que no conoció las obras de Montecuccoli hasta 1824, ni los estudios sobre Napoleón hasta cuando casi terminó sus campañas militares.
Todo esto da como resultado un balance militar favorable a Bolívar ya que, a pesar de una supuesta escasa formación militar puesta en entredicho, ha demostrado ser un auténtico líder que dió la talla como estratega dotado de audacia e imaginación.

El Manifiesto de Cartagena

Bolívar fue autorizado por Monteverde a trasladarse el 27 de agosto de 1812 a la isla de Curaçao, ocupada por los ingleses, en la goleta española Jesus, María y José junto con Jose Félix Rivas, Vicente Tejera y Manuel Díaz Casado, donde permaneció un corto período de tiempo.
Después se trasladó a Cartagena de Indias, en Nueva Granada, donde el proceso independentista se había iniciado el 20 de julio de 1810 y había desembocado en la formación de varías Juntas supremas que rivalizaban entre sí. En este panorama compuso un manuscrito conocido como el Manifiesto de Cartagena, en el cual hizo un análisis político y militar de las causas que provocaron la caída de la Primera República de Venezuela y exhortaba a la Nueva Granada a no cometer los mismos errores que Venezuela para no correr la misma suerte.
También en este manifiesto proponía fórmulas que ayudaran a remediar las divisiones y a promover la unión de los distintos pueblos de América para lograr el objetivo común, la Independencia.
Así al poco de llegar, Bolívar solicitó al gobierno de Cartagena prestar servicio en sus tropas y le fue concedido el mando de una guarnición de 70 hombres en la pequeña localidad de Barrancas con la que empezaría a forjarse su futuro prestigio militar.
Al principio, Bolívar estaba subordinado a un aventurero francés llamado Pierre Labatut pero, en contra de las ordenes de este, decidió tomar la iniciativa realizando una campaña para derrotar a las partidas realistas que se encontraban en las orillas del Río Magdalena a la vez que aumentaba el adiestramiento y el contingente de sus tropas.
Como resultado de esta campaña, logró liberar varias poblaciones como Tenerife, El Guamal, El Banco, Tamalameque y Puerto Real de Ocaña; logró derrotar a diversas guerrillas realistas que operaban en la zona y finalmente ocupó Ocaña.
Ante estos logros, el coronel Manuel del Castillo, Comandante General de Pamplona, solicitó su ayuda para detener a los realistas que amenazaban con entrar desde Venezuela. Para ello, el coronel Bolívar tuvo que pedir autorización al Gobierno de Cartagena para intervenir en territorio del Gobierno de las Provincias Unidas.
Cuando se la dieron, llegó hasta la frontera con Venezuela mediante la Batalla de Cúcuta, acción en la que atacó el 28 de febrero de 1813 a las fuerzas españolas y le dió meritos suficientes para que el Congreso y el Gobierno le nombraran ciudadano de la Unión y le concedieran el rango de Brigadier a cargo de la División de Cúcuta.
Desde febrero hasta abril de 1813 tuvo que permanecer en Cúcuta detenido por trabas legales y por diferencias con Castillo que empezaba a verle con suspicacia ante sus deseos de avanzar sobre Venezuela. Para entonces, Bolívar disponía de una fuerza eficaz y rodeado de una brillante oficialidad neogranadina que estaba dispuesta a seguirlo en una eventual reconquista de Venezuela.
Estas circunstancias y el apoyo que le daba el Gobierno neogranadino hicieron que fuera reconocido como jefe por todos los venezolanos que se encontraban en Nueva Granada. Finalmente, el Gobierno de las Provincias Unidas de Camilo Torres Tenorio admitió los argumentos de Bolívar y le autorizó a entrar en Venezuela al tiempo que enviaba

Juramento del Monte Sacro

Después de la muerte de su esposa, Bolívar se concentró en los trabajos de sus plantaciones, en un intento de combatir la tristeza, pero a medida que pasaba el tiempo su permanencia en Venezuela se le hizo insoportable y decidió volver a Europa.
Para diciembre de 1803, Bolívar volvió a España y se instaló en el puerto de Cádiz donde permaneció hasta febrero de 1804, cuando se trasladó a Madrid. Durante este tiempo se sabe que Bolívar mantuvo tratos con sus representantes comerciales pero también se especula sobre la posibilidad de que se hiciera masón y fuera aceptado como miembro de la Gran Logia Americana, especulación que no ha sido descartada ni confirmada del todo.
En Madrid volvió a ver a su suegro, el Marqués del Toro y compartió con él la pena que aún sentía por la muerte de Teresa, pero poco después decidió volver a Francia, llegando a Paris en abril de 1804.
Desde el punto de vista de algunos críticos, reconstruir la vida de Bolívar entre los años 1804 y 1807 es difícil ya que los relatos sobre ese período de su vida están plagados de leyendas y algunos mitos. Sin embargo se sabe que durante ese período estuvo entre París y Roma, que se reencontró con su antiguo maestro Simón Rodríguez y que mantuvo relación con el famoso científico, el Barón Alexander von Humboldt, así como con el sabio Aimé de Bonpland, y con el estudiante Carlos Aguirre y Montúfar, a quienes acompañaría después a Roma, en 1805.
En París, Bolívar fue testigo de la Coronación de Napoleón, y volvió a tener contacto con las ideas de la Ilustración en una atmósfera cargada de romanticismo y aires de cambio que influyeron notablemente en sus ideas políticas, y que le llevaron a la conclusión de que España no podría oponerse a la Francia de Napoleón y que su caída como potencia sería aprovechada por enemigos naturales como Inglaterra.
Todo esto llevaría a las colonias hispanas en América a la disyuntiva de elegir entre aceptar un dominio francés o británico, o manejar sus asuntos independientemente de España.
Este razonamiento afirmó las convicciones de Bolívar a favor de que la Independencia era la opción más beneficiosa para América después de la destrucción de la flota española por los británicos en la Batalla de Trafalgar de 1805, y la lamentable situación que se daba en la Corte española que ponía en evidencia el daño que podía ocasionar la presión napoleónica sobre un país.
Estas circunstancias le llevaron a rechazar un posible liderazgo de Napoleón en el mundo, y a realizar ante uno de los hombres que más influenciaron en sus ideas revolucionarias, Simón Rodríguez, el Juramento del Monte Sacro, un compromiso formal que tuvo como escenario la ciudad de Roma, donde juró por el Dios de sus padres, por ellos mismos, por su honor y por su patria poner fin al dominio español en América.

Matrimonio y Viudez

En 1802, Bolívar regresa a España para terminar con los trámites legales de su matrimonio y se casa con Maria Teresa el 26 de mayo en la Iglesia parroquial de San José de Madrid para seguidamente preparar su viaje de regreso a América.
Después de diversas circunstancias que alteraron sus planes, Bolívar y su esposa embarcaron en La Coruña el 15 de junio de 1802 en un viaje directo hacia Venezuela, donde llegaron al puerto de La Guaira el 12 de julio del mismo año.
Al poco tiempo de llegar se establecieron en el Mayorazgo de la Concepción, vivienda ubicada cerca de la Plaza Mayor de Caracas, en la esquina de Las Gradillas; y Bolívar asumió plenamente la administración de sus bienes.
Ambos despertaban la curiosidad de la aristocracia caraqueña, que esperaba oír relatos sobre la Corte y del personaje del momento, Napoleón. En las distintas fiestas y tertulias que frecuentaban, Maria Teresa descubrió que estaba en contacto con una sociedad cultivada y refinada, cuyos integrantes comentaban sin cuidado sus opiniones políticas y hacían juicios sobre los libros revolucionarios, que en aquel entonces estaban prohibidos.
Además de las tertulias, el matrimonio realizaba frecuentes paseos por las propiedades de la familia y durante un año Bolívar llegó a sentirse un hombre feliz y realizado, pero entonces hubo un suceso que cambió su vida para siempre.
Maria Teresa contrajo la Fiebre amarilla, enfermedad endémica del trópico, que la consumió de forma rápida posiblemente por carecer de defensas corporales, y murió el 22 de enero de 1803.
Su muerte afectó profundamente a Bolívar hasta llegar al borde de la depresión, su humor se vio agriado y sus planes de una permanencia feliz en Venezuela alterados súbitamente.

El Caballo de Bolívar

Bolívar jamás tuvo un caballo: tiene un pueblo.Uno tenía y era color de trigo y se lo regaló a José Martí. Cuando murió Martí se lo regaló a un argentino y el argentino a un chileno y el chileno a un jinete que venía de Nicaragua, y el jinete de Nicaragua no lo desensilló, Bolívar cabalga todavía.

Los viajes de Bolívar

Cada uno de los viajes que Simón Bolívar realizó durante su juventud y su adultez, le ofreció un cúmulo de conocimiento sobres los valores culturales , sistemas políticas, criterios ideológicos, potencial humano y situaciones económicas. Esto le permitió el poder actuar y hablar de acuerdo a las circunstancias no en forma superficial sino precisa y objetivamente. El Libertador asigna a los viajes una importancia fundamental en su carrera tres viajes realizó Bolívar a Europa con motivos diversos, pero fácilmente con un solo fin: construcción de su personalidad, búsqueda y acumulación de experiencias elaboración de un destino. El primer viaje a Europa lo realizó cuando apenas tenía 15 años y medio en el que se encuentra con su tío Esteban , le permite recibir una cultura genero de diferentes maestros hasta que los problemas políticos ocasionaron la desgracia de su tío, fue a vivir a la casa del Marqués De Ustariz, allí el conocimiento general dio poco al conocimiento profundo, fundamentado en un intenso e interesado estudio. Convirtió allí en el ávido lector que fue durante su vida.
Durante este primer viaje también conoce de su vida: María Teresa Rodríguez del Toro, con quien se casa luego de cumplir un sin número de requisitos entre lo que se encontraba el permiso del Rey. Una vez casado en 1.802 regresa a Venezuela su esposa, quien muere a los ocho meses victima de una grave enfermedad. Esto hace que Bolívar quede solo e inmerso en una profunda tristeza. También pasó por México y Cuba se sitúa en España y conoce Francia. El segundo viaje llega por propósito la distracción de la viudez temprana dura 3 años en los cuales disipa una cuantiosa fortuna material en su segundo viaje también se observa una faceta diferente a la del primer viaje; aquí el interés era evidentemente político, le atrae el dominio en el manejo de los bienes del estado y el bienestar de su patria. Puso especial atención a la relación de influjo y veneración que había logrado Napoleón con el pueblo Francés en esos días de gloria. D Francia, Bolívar pasó a Italia, y en Roma rodeado de los recuerdos de la época republicana se consolidó su convicción plena de que debía lucha por la libertad de los pueblos americanos y de que esa tarea a ejecutar de ahí en adelante. Esto culmina en el Monte Sacro y en el juramento definitivo: Es el viaje de aprendizaje con Rodríguez visita España Inglaterra, Francia, Portugal, Italia y parte de Australia y Alemania a su regreso desembarca en los Estados Unidos.
El tercer viaje a Europa, va de diplomático a la Gran Bretaña, como interprete de una de las primeras embajadas venezolanas. Bolivar tiene ocasión de gusta calmadamente la vida Inglesa, siente una admiración extraordinaria por el pueblo ingles y también estabilidad respeto, dignidad, sensatez, sentido práctico, le produce la más alta y viva impresión. Al comienzo de 1.799 viajó a España. En Madrid, bajo la dirección de sus tíos Esteban y Pedro Palacios y la rectaría moral e intelectual del sabio Marqués de Ustariz se entrega a los estudios. Bolívar encontró muy agradables amistades en Par¡s, se tropeso con otros jóvenes criollos americanos como la ecuatorianos. Con los Montujar y Vicente Rocafuerte y volvió a reunirse con su querido Maestro Simón Rodríguez.
Otro motivo grato que distrajo al joven viudo en Paris fue una amistad intima con su prima "Fanny".
Bolívar realizó otro viaje de estudio por América en Compañía de otro sabio naturalista de origen Francés, el botánico Bonpland.
Cuando Bolívar sale de Paris hacia Italia, en campaña de su querido maestro Simón Rodríguez y de su amigo y compañero,
Fernando Rodríguez del Toro, llevaba ya el propósito a luchar por la libertad de su patria, propósito que reafirma después con juramento al llegar a Roma. La influencia de Bolívar alcanza no sólo los países libertados por se genio, sino que llegó a todas las naciones de Ibero América en algunas formas y se sintió también en Estados Unidos y en Europa, JP Hamilton, comisionado Británico en la República de Colombia dijo "Bolívar es el hombre más grande el carácter más extraordinario que el nuevo mundo ha deducido hasta hoy" y lo considera por encima de todos los héroes que habitan el templo de fama. En 1.799 salió para España, pasando por México. El Virrey de México pudo apreciar los dotes del joven y se alarmó cuando le oyó disertar sobre asuntos políticos y defender, con firmeza la idea de la libertad. Viajó por diversos países, especialmente España, Francia e Italia, y en 1.805 hablaba con su antiguo maestro Dr. Simón Rodríguez en el Monte Aventino en Roma sobre la libertad de América. En París derrochó dinero como en otras capitales europeas. Pero también estudiaba, se informaba de la opinión pública y proyectaba su fantasía desbordada sobre el porvenir de su patria, atacando la tiranía.
Regresó a Venezuela por la ruta de los Estados Unidos. Visitó varias ciudades de su Costa Atlántica, conoció importantes personalidades y llegó a Caracas a fines de 1.806. El 19 de Abril de 1.810 Bolívar fue enviado a Inglaterra como agente diplomático junto con Luis López Méndez y su antiguo maestro Andrés Bello. En Londres se encontraron los comisionados con el General Francisco de Miranda, a quien su actuación en la Revolución Francesa, sus viajes por toda Europa, sus trabajos por América y su larga permanencia en Londres rodeaban de prestigio.
Paso por los Andes y Boyacá.
El 27 de Mayo de 1.819, desde el pueblo de Manteca, emprendió el Libertador su famosa campaña de Boyacá. Al llegar al pie de los Andes en la villa al Pore, había ya recorrido Gaskos, atravesando ríos caudalosos. Para penetrar en Nueva Granada ha escogido la ruta más difícil que ha de atravesar la de la pisba y que nadie se le pudiera ocurrir semejante hazaña o locura.
Tres largos días lucharon las tropas para tramontar los Andes. El paso de Bolívar por los Andes es más admirable que la travesía de los Álpes por Aníbal y Bonaparte. Entre alguno de los viajes de Bolívar llega a Guayaquil el 11 de Julio y dos días después decreta la incorporación de ese puerto a Colombia. El día de los grandes hombres de la América del Sur Bolívar y San Martín se abrazan en
Guayaquil, marcó por cierta el principio de una visión fraternal que habría de regir las relaciones en los países de Ibero América.
Embajador en Londres.
La junta Suprema de Caracas conoce las relaciones y la experiencia política que Bolívar adquirió durante sus viajes a Europa.
Conoce la lealtad patriótica y el nivel de su cultura internacional ¿Quién mejor que él para encabezar la delegación que irá a Londres? Tiene como objetivo lograr el apoyo de Inglaterra contra una posible invasión de Francia o de la España Napoleónica. En la misma comisión como secretario, va su antiguo Maestro Andrés Bello.

La personalidad de Bolívar

Nota sobresaliente en la faceta intelectual de El Libertador es la objetividad, o sea, la característica mental que permite reconocer y apreciar los hechos -independientemente de la simpatía o antipatía que puedan inspirar- en su tamaño propio y dentro de estructuras totales.
La objetividad en Bolívar se expresa en dos direcciones. Una individual, que denominaremos autocrítica, concretada en el exacto conocimiento de sí mismo. Y otra referida hacia los demás, y que llamaremos ecuanimidad.
En el político es fundamental conocerse. Es rara esta cualidad; lo corriente es que el individuo ignore sus posibilidades, que se supervalore o se subestime, que tenga entrabada su personalidad por una de esas embarazosas armaduras psíquicas que son los complejos. En el prepórtico de su vida pública, Bolívar escribió: "Es siempre útil el conocerse, y saber lo que se puede esperar de sí". Con claridad entendió cuál era su empresa, y no se equivocó en cuanto a su temperamento y sus aptitudes. Dice que no está hecho para la función sedentaria y que detesta la administración. Sabe que los peligros lo tonifican; siente que su ánimo se estimula ante la adversidad. No pide reposo material para pensar mejor; sabia abstraerse, aislarse en medio de humanos torbellinos y concentrarse en la meditación de sus ideas. "Hay hombres -decía- que necesitan estar solos y bien retirados de todo ruido para poder pensar y meditar; yo pensaba, reflexionaba y meditaba en medio de la sociedad, de los placeres, del ruido y de las balas. Sí, me hallaba solo en medio de mucha gente, porque me hallaba con mis ideas y sin distracción".
En cuanto a su personalidad mental -en sentido estricto- la apreciación más exacta, comprobable por quienquiera que analice su obra, es la que de manera condensada él mismo formula así en 1825: "No soy difuso.... soy precipitado, descuidado e impaciente..., multiplico las ideas en muy pocas palabras".
Un testimonio fidedigno, aparte de los escritos a disposición del más severo examen, el de Luis Peru de Lacroix en 1828, confirmará la concisión bolivariana. Peru de Lacroix lo vio y observó muy de cerca: "En todas las acciones de El Libertador y en su conversación se ve siempre, como he dicho, una extrema viveza: sus preguntas son cortas y concisas; le gustan contestaciones iguales, y cuando alguno sale de la cuestión, le dice, con una especie de impaciencia, que no es lo que ha preguntado: nada difuso le gusta".
Su precipitación la había observado desde su niñez; en la primera carta que de él se conserva dice que se le "ocurren todas las especies de un golpe". Esa precipitación le impedirá ser más afortunado y certero en la planificación de ciertas instituciones. Es igualmente fácil comprobar lo que afirma sobre su descuido e impaciencia.
Merece consideración particular su aserto autocrático de que multiplica las ideas en muy pocas palabras. El mérito de Bolívar, implícito en su peculiar don de síntesis, es el de su riqueza conceptual e ideológica. Podrían citarse muchas expresiones suyas, líneas breves con una potencia de enseñanza insospechada a simple vista. Por esta característica, su pensamiento ha sido objeto de las más diversas interpretaciones; algo parecido a lo que, salvando la distancia, ocurre con versículos bíblicos. Todos los traficantes políticos, los gestores de todos los partidos americanos han buscado en palabras de Bolívar, banderas para sus parcialidades; ello no lo asombra: "Con mi nombre se quiere hacer en Colombia el bien y el mal, y muchos lo invocan como el texto de sus disparates". Medítese la frase: el texto de sus disparates, y se comprenderá por qué ha sido difícil para el lector ordinario, acostumbrado a las informaciones indirectas, el conocimiento verídico de las ideas de Bolívar. En la mayor parte de los casos, el lector común, nuestro hombre medio, precisamente aquél para quien forjó El Libertador su doctrina, se halla perplejo al no poder separar la propaganda de la verdad. Son muy escasos los intérpretes objetivos y globales del pensamiento bolivariano; todavía se persiguen en la obra de El Libertador expresiones sueltas para pretender justificar indignidades o cubrir miserias. A Bolívar no puede comprendérsele si el estudioso no posee al par que una mentalidad científicamente capaz, comprensiva y avisada, una gran escrupulosidad ética. Aún abundan esos que hábilmente silencian la voz acusadora de Bolívar, para dar resonancia a la parte que parece servirles en sus aventuras; pero si esta traición al pensamiento bolivariano, en cuanto a un inteligente escamoteo de sus palabras, es absolutamente perniciosa, más lo es aún la interpretación desagajada de su unidad original. Son solidariamente culpables del pésimo conocimiento que se tiene de Bolívar, todos sus intérpretes fragmentarios. Su obra no es para leerse y comprenderse por cuotas, ni para asimilarse en frases aisladas. El estudio honesto, y naturalmente el estudio científico -con la ética propia de la investigación auténtica- ha de penetrar en la unidad, ha de reconstruir previamente el panorama; en este sentido el método indicado es buscar la estructura, entender en conjunto y asimilar de manera global. Tal es la fórmula para un acercamiento válido a su obra; y no se crea que ésta es una recomendación más o menos influída por los métodos científicos en boga; es pauta del propio Libertador, quien precisamente refiriéndose al Discurso de Angostura -su más densa expresión política- da al futuro la técnica interpretativa por intermedio de su amigo Don Guillermo White: "Tenga Ud. la bondad de leer con atención mi discurso, sin atender a sus partes, sino al todo de él".
Múltiples testimonios de un espíritu ecuánime, de una mentalidad objetiva capacitada para mirar la verdad sin apasionamiento, hallamos repetidas veces en su obra. Su ecuanimidad no se empaña ni se desmiente, ni siquiera cuando se trata de hechos que le atañen por referirse a su familia. Tampoco cuando se trata de sus amigos; los conoce bien, y sabe dónde pueden dar el mejor rendimiento.
Sus aciertos en la apreciación de méritos son notables, el cariño no logra desviarlo; así dice llanamente a Santander en 1823: "los intendentes de Bogotá y Caracas son eminentemente malos, con ser los mejores del mundo y mis mejores amigos". Esta virtud mental posee mucho interés para la estimación de su labor intelectual; ya no habrá sorpresa cuando se diga que El Libertador era un observador de mirada precisa, capacitado para formular una crítica imparcial. Esta cualidad especialmente ha de tener fecunda proyección en su opinión política, sociológica e histórica.
Era además un hombre de mirada aguda; no pasaba tan inadvertidamente por encima de las cosas mínimas, como ordinariamente se cree. Está siempre atento a su circunstancia con ojos que abarcan a los grandes hechos y a los pequeños: en Guayaquil nota prontamente que se casan muy tempranos los muchachos; desde Lima subraya que "en Caracas era moda pensar todos mal contra el gobierno". Y véase igualmente el caso del joven Michelena a quien destituye en Lima; la conducta de Bolívar responde en este caso a un cuidadoso proceso de observación.
Su don observador unido a su ecuanimidad llévalo a un conocimiento exacto de sus hombres; ya anotamos que conocía las aptitudes de éstos.
Estudiaba la personalidad psíquica de sus amigos, y aplicaba a cada uno el tratamiento adecuado; en este sentido es un psicólogo espontáneo, sus cartas más cuidadosas y políticas son para Santander, sus cartas más plenas de nobleza y afecto son para Sucre.
Por último en la fisonomía intelectual de Bolívar señalaremos su tendencia discreta al humorismo, la facilidad para captar -hasta en momentos serios- la nota risueña. Asimismo llamamos la atención sobre su forma tan espontánea de mezclar expresiones populares en sus cartas; Bolívar repetía frases del vulgo, conocía sus refranes y los aplicaba con tino
Cualidades morales de Bolívar son la nobleza de espíritu y la constancia. La nobleza espiritual ya supone una serie de virtudes, supone sobre todo una buena capacidad de desprecio; Bolívar sabía despreciar, sorprende que en sus cartas no se ocupe, con la debida insistencia, de sus enemigos; trabajo cuesta indagar en su correspondencia los nombres de sus adversarios.
La constancia es el denominador común de la empresa de Bolívar; jamás cede él en su propósito, su voluntad "no desmaya y aún se fortifica con la adversidad", por eso la consigna de Pativilca ha llegado a simbolizar su carácter. "El valor, la habilidad y la constancia corrigen la mala fortuna", dijo en su primer memorial político. Es efectivo el afán que jamás se doblega.
Su carácter práctico y dinámico, encaminado directamente hacia sus objetivos, explica una de sus críticas básicas a los hombres de la Primera República, quienes, a juicio de Bolívar, se equivocaron al pensar que sus principios saldrían victoriosos y serían respetarlos por su sola verdad y bondad intrínsecas. El triunfo de una doctrina es obra de tenacidad y de lucha, su bondad es aliciente y estímulo para que sus propugnadores no la abandonen.
La vida entera de Bolívar fue fiel a la idea de la necesidad de la acción permanente; reconocía en todo instante la creadora proyección de la energía, sin ella "no resplandece nunca el mérito, y sin fuerza no hay virtud, y sin valor no hay gloria". En la historia halla asideros, recuerda que más le valió a Cicerón un rasgo de valentía que todos los prodigios de su genio. Si se investiga el perfil de su deber, se comprende por qué existe en Bolívar junto a un carácter generoso un hombre riguroso e inexorable, terrible cuando las circunstancias son terribles. Su actividad utiliza los elementos propios de la disciplina y de la fuerza cuando ha menester; no sólo fusila desertores y traidores y encarcela delincuentes y deudores del Estado, sino que su justicia toca hasta sus allegados. En hora crítica, obligado a restar una ventaja a sus antagonistas, decreto la guerra a muerte; después vendrá el momento de celebrar el tratado regularizador de la contienda; y el mismo firmante de la proclama de Trujillo señalará más adelante a sus soldados "la obligación rigurosa de ser más piadosos que valientes".
El Libertador tenía noción de su propia personalidad, y sabía los linderos y la dimensión de su esfuerzo. Conoció la magnitud de su obra; era llano y sencillo. En las páginas de Peru de Lacroix, quien lo retrata con ojos de intimidad, se advierte la personalidad de Bolívar constituida por rasgos sobrios y severos, fáciles en todo momento de ser reconocidos y observados sin misterio.
La figura moral de Simón Bolívar se refleja en todas su expresiones. El investigador científico no encuentra inconsecuencias en los escritos de Bolívar, porque no las hubo. Don Vicente Lecuna, sabio en materia bolivariana, recogió en forma que obliga la gratitud del mundo, la obra escrita de El Libertador. La honestidad y competencia del eminente compilador es garantía suficiente de que no ha habido lagunas convencionales, ni ocultamientos, ni tergiversaciones, ni cortes ni enmendaturas. Las fuentes, siempre claras, están indicadas en todas las publicaciones hechas por Lecuna, con absoluta precisión.
Mas no es necesario buscar en los libros la dimensión moral de Bolívar, más que en palabras ella consta en hechos, está en la vida de quien pudo decir: "¡Para qué necesitaré yo de Colombia! ¡Hasta sus ruinas han de aumentar mi gloria! Serán los colombianos los que pasarán a la posteridad cubiertos de ignominia, pero no yo. Ninguna pasión me ciega en esta parte, y si para algo sirviera la pasión en juicios de esta naturaleza, sería para dar testimonios irrefragables de pureza y desprendimiento. Mi único amor siempre ha sido el de la patria; mi única ambición, su libertad"

Rasgos Fisicos de Bolívar

Y ahora sí, próximo a la plenitud, aunque sólo tenía veintitrés años, y enriquecido por conocimientos y observaciones sobre los cuales había aprendido a reflexionar, podemos comenzar a buscar en él al futuro Libertador. Tal como se presentó en Caracas le convenía ya, con las salvedades imprescindibles, el retrato que muchos años después le hizo su edecán O'Leary: "Bolívar -escribe- tenía la frente alta, pero no muy ancha, y surcada de arrugas desde temprana edad, indicio de pensador; pobladas y bien formadas cejas; los ojos negros, vivos y penetrantes; la nariz larga y perfecta: tuvo en ella un pequeño lobanillo que le preocupó mucho, hasta que desapareció en 1820 dejando una señal casi imperceptible; los pómulos salientes; las mejillas hundidas, desde que lo conocí en 1818; la boca fea y los labios algo gruesos. La distancia de la nariz a la boca era notable. Los dientes blancos, uniformes y bellísimos; cuidábalos con esmero. Las orejas grandes pero bien puestas. El pelo negro, fino y crespo lo llevaba largo en los años 1818 a 1821, en que empezó a encanecer. Y desde entonces lo usó corto. Las patillas y bigotes rubios; se los afeitó por primera vez en el Potosí, en 1825. Su estatura era de cinco pies seis pulgadas inglesas. Tenía el pecho angosto; el cuerpo delgado, las piernas sobre todo. La piel morena y algo áspera. Las manos y los pies pequeños y bien formados que cualquier mujer habría envidiado. Su aspecto, cuando estaba de buen humor, era apacible, pero terrible cuando irritado: el cambio era increíble.
"Hablaba mucho y bien; poseía el raro don de la conversación y gustaba de referir anécdotas de su vida pasada. Su estilo era florido y correcto; sus discursos y sus escritos están llenos de imágenes atrevidas y originales. Sus proclamas son modelos de la elocuencia militar. En sus despachos lucen, a la par de la galanura del estilo, la claridad y la precisión. En sus órdenes, que comunicaba a sus tenientes, no olvidaba ni los detalles más triviales, todo lo calculaba, todo lo preveía".
"Tenía el don de la persuasión, y sabía inspirar confianza a los demás. A esas cualidades se deben, en gran parte, los asombrosos triunfos que obtuvo en circunstancias tan difíciles, que otro hombre sin esas dotes y sin su temple de alma se habría desalentado. Genio creador por excelencia, sacaba recursos de la nada".
"Gran conocedor de los hombres y del corazón humano, comprendía a primera vista para qué podía servir cada cual; muy rara vez se equivocó. Hablaba y escribía francés correctamente, e italiano con bastante perfección; de inglés sabía poco, aunque lo suficiente para entender lo que leía. Conocía a fondo los clásicos griegos y latinos, que había estudiado, y los leía siempre con gusto en las buenas traducciones francesas".
Así lo verían, a su regreso, en Caracas. Ahora sí era verdad que "nadie lo reconocería", según la expresión hiperbólico que usan en Venezuela, sobre todo los ancianos, para indicar los cambios experimentados por un joven.

La muerte de Bolívar

El 17 de diciembre de 1830, en la Quinta «San Pedro Alejandrino», cerca de Santa Marta (Colombia), dejó de existir el Genio de la Libertad, el más Grande Hombre de América. A la 1 en punto de la tarde, «murió el sol de Colombia», Simón Bolívar. Había recibido de manos del Cura de la aldea de Mamatoco los Santos Sacramentos. Después de haber dado libertad a tantos millones de suramericanos, Bolívar se halla en su último instante muy solo. Apenas le rodean Mariano Montilla, Fernando Bolívar, José Laurencio Silva, Portocarrero, el edecán Wilson, Ibarra, Cruz Paredes, José María Carreño...
El médico de cabecera Alejandro Próspero Reverend, viendo que llegaba el momento supremo los llamó y les dijo: «Señores, si queréis presenciar los últimos momentos y postrer aliento del Libertador, ya es tiempo». Pero, indudablemente, Bolívar continúa vivo en el corazón de los pueblos, en la ideas que parecen escritas para nuestros días, en las acciones que son permanente ejemplo para todos aquellos que sienten de verdad lo que es una patria redimida. El Sol de Colombia sigue brillando.
Bolívar lo vivió. Destituido de todos sus cargos por la oligarquía grancolombiana —asesinado, antes, su noble amigo el mariscal Sucre que ganara en los Andes, en 1824, la última batalla de la Independencia y es necesario decir que nunca se supo quién le preparó la emboscada de la muerte—, fue abandonado, Bolívar, a su suerte. Camino de su destierro a Venezuela, sublevada ya ante su posible llegada porque iba precedido de la apelación de dictador, Bolívar no tuvo a su lado nada más que un grupo de amigos: contados con los dedos.
Enfermo, le curaba el médico francés Alejandro Prospero Reverend. Arribado a la ciudad costeña de Santa Marta, el Libertador no encontró techo de recepción nada más que en la casa de un español: Joaquín de Mier. Ya próximo a la muerte se refugió en la Quinta de San Pedro Alejandrino. Esta mansión pertenecía, también, al mismo español. En San Pedro Alejandrino pronunció aquella invocación a la ironía: "Jesucristo, Don Quijote y yo hemos sido los más insignes majaderos de este mundo".

Los maestros de Bolívar

Entre los maestros del Libertador, la historia recoge los nombres de José Antonio Negrete, Guillermo Pelgrón, el padre Andujar, Miguel José Sanz, Andrés Bello y Simón Rodríguez.

Bolívar nació dentro de una familia adinerada de la época. A pesar de que quedó huérfano de padre y madre a muy temprana edad, él y sus hermanos no fueron privados de los beneficios de las comunidades de los blancos criollos.La formación educativa de Bolívar fue bastante informal, considerando que no fue un alumno regular que cursara estudios desde la educación elemental hasta la universidad.Al igual que otros muchos ricos y bien educados criollos, recibió instrucción de tutores privados en su propia casa. Además, contó con la guía de personajes tan prominentes como:

Francisco A Carrasco.

Fernando Vides

Presbítero José Antonio Negrete

Guillermo Pelgrón

Padre Sojo (música)

Simón Rodríguez (Ver Biografía)

Andrés Bello (Ver Biografía)

Fray Francisco de Andújar (matemáticas)Entre sus maestros más influyentes se destacan Padre Sojo, Simón Rodríguez, Andrés Bello y el Fray Francisco de Andújar..:: Simón RodríguezSimón Rodríguez nació en Caracas el 28 de octubre de 1769. El primer encuentro con el niño Simón Bolívar se produjo cuando Feliciano Palacios, abuelo del Libertador, lo contrata para que se encargue de la educación del nieto.En su escuela, Simón Rodríguez tenía 114 alumnos, de los cuales 40 estudiaban gratis. Su manera de enseñar era diferente a la tradicional: le gustaba salir con sus estudiantes por el campo, para estar más cerca de la naturaleza.De este gran maestro aprendió Bolívar a amar la libertad. Así se lo expresó el Libertador en 1824: "Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso"..:: Andrés BelloAndrés Bello nació en Caracas el 29 de noviembre de 1781. Sus padres fueron Bartolomé Bello y Ana Antonia López.Su labor de profesor se inició en Caracas. Comenzó dando clases particulares, siendo uno de sus alumnos Simón Bolívar, a quien le enseñó Literatura y Geografía. Andrés Bello, apenas dos años mayor que el Libertador, le enseñó primeras letras, aunque no logró adelantos en ortografía.
Este hombre de gran formación humanista, fue el primer venezolano de su tiempo que podía leer a la perfección los diarios ingleses que llegaban a Caracas. Siendo profesor defendió la enseñanza del latín y publicó su "Gramática Latina". Fue ferviente partidario de la enseñanza primaria. En una oportunidad dijo: "Creo urgente el fomento de la enseñanza literaria y científica. La instrucción primaria no se defiende sino donde han florecido de antemano las ciencias y las letras". Cuestión que transmitió a Bolívar, quien en los años posteriores fue divulgando la importancia de la educación para los pueblos..:: Pedro Palacios y Sojo El 2 de febrero de 1739 fue bautizado en la iglesia parroquial de Chacao. Sus padres fueron Feliciano Palacios Gedler e Isabel Gil de Arratia. Sacerdote y músico, conocido como "el padre Sojo". Organizador de la enseñanza musical en Venezuela (1783). Tío abuelo del Libertador, pertenecía a una familia poseedora de grandes bienes de fortuna y gusto por las manifestaciones culturales, en especial por la música..:: Fray Francisco de AndújarNace en la localidad de Andújar, España, en octubre 1760. Sus padres fueron Miguel Alonso Ravé, natural de Córdoba, y de María José de la Concepción Berdura de Andújar.Misionero capuchino andaluz, fundador de una cátedra o academia de Matemáticas en Caracas e investigador de las ciencias naturales. Su nombre completo era Francisco de Paula Ravé y Berdura.Fue maestro de Simón Bolívar, asi como de José de la Cruz Limardo, quien lo menciona con gran respeto en sus Memorias.En general, podemos decir que Bolívar era un entusiasta defensor de la educación para todos los ciudadanos. Creía que de esa manera éstas lograban adquirir las virtudes necesarias para vivir civilizadamente.

La educación de Bolívar

La formación educativa de Bolívar fue bastante informal, considerando que no fue un alumno regular que cursara estudios desde la educación elemental hasta la universidad.
Al igual que otros muchos ricos y bien educados criollos, él recibió instrucción de tutores privados en su propia casa. Solamente durante cuatro periodos en su niñez asistió a una escuela pública y v¡vió en la casa de su preceptor Simón Rodríguez.
De acuerdo con su propio testimonio, su educación fue lo mejor que una persona de su rango podía adquirir en su patria para este entonces.
En una conocida carta enviada al General Santander, Bolívar ofreció uno de los más claros testimonios sobre su temprana formación. En esa carta, Bolívar trataba de desautorizar a un detactor suyo llamado Molíiens, cuyo testimonio calificó de injusto y falso.

Nacimiento de Simón Bolívar

Caracas amaneció nublada. No se veía el Ávila ni las lomas del Alto Hatillo. De pronto comenzó a llover torrencialmente. Fuerte goterones de agua repicaban sin cesar sobre los techos rojos de las casas. Las calles empedradas se llenaron de charcos. Las acercas estaban desiertas. Las quebradas circundantes arrastraban las ramas y troncos que obstruían su cause.
Caracas seguía nublada. Todo el Valle permanecía en silencio. De vez en cuando tronaba. Solamente en una casa aristocrática del centro junto a la plaza de San Jacinto, había ambiente de alegría y cuchicheo. Poco después de mediodía se abrió la puerta principal y salió corriendo de adentro el mensajero se iba deteniendo en todos los portones de la calle y a gritos comunicaba a los residentes la gran noticia del día ¡A la familia Bolívar le ha nacido un niño!.
Horas más tarde escampó: salió el Sol de Julio. Caracas se vistió de luces y fiestas. La mansión Bolívar se llenó de gente. Toda la ciudad quería felicitar al Coronel Juan Vicente Bolívar y Doña Concepción Palacios.
El 24 de Julio de 1.783 marcaría el calendario de la historia un comienzo trascendental. Nació Bolívar.

Padres de Simón Bolívar

Su padre fue el Coronel Juan Vicente Bolívar y Ponce, nacido en la Victoria, el 15 de Octubre de 1.726 y su madre, Doña Maria
Concepción Palacios y Blanco, nacida en Caracas el 9 de Diciembre de 1.758; ambos se casaron el primero de Diciembre de 1.775 en la CIUDAD DE Caracas. El tenía 47 años de edad y ella apenas 15 años. Perteneciente ambos a la más rica nobleza criolla.
Don Juan Vicente Bolívar y Ponce, es el tipo clásico, criollo venezolano. Rico y opulento propietario, pasa su vida entre amenas lecturas, la inspección de sus herencias, cacerías y paseos a caballo, deberes religiosos y compromisos sociales. También fue un hombre ilustrado y liberal, y en tiempos de la colonia, llegó a ser jefe del Batallón de Aragua y Coronel de la Milicia.
Doña María de la Concepción Palacios de Bolívar era, según las crónicas de la época, una mujer de porte distinguido, fina y delicada, como la de los lirios avilenos. Porte gentil silueta, aristocrática y un aire indefinible que la distinque entre todas las de su rango, ojos humildes, grandes y negro de suave fulgor, a la sombra de largas pestañas, ojos candorosos. Boca de dulzura y de gracia, donde es luz la sonrisa, la bondad miel y música el acento. Tez de blancura alabastrina, con esa palidez de buen tono de las jóvenes principales, criadas en el recogimiento de las viejas casonas coloniales.
Ambos tuvieron cinco hijos, tres hembras y dos varones, todos nacidos en Caracas: la primogénita, María Antonia, nacida en 1.777; Juana María, el 21 de Mayo de 1.779; Juan Vicente, en 1.781; Simón Antonio de la santísima Trinidad (El Libertador) el 24 de Julio de 1.783 y María del Carmen quien murió al nacer

Grupo social al que pertenecía

Bolívar pertenece, a la oligarquía criolla o patriciado de Caracas. El patriciado, en la América Española, ocupa el puesto que en otros pueblos ocupa la nobleza titular. De este patriciado salen, durante la revolución, las minorías rectoras y saldran soldados y caudillos; de ese número son, en Caracas, Mariano y Tomás Montilla, Narciso Blanco, José Félix Ribas, Fernando toro y su hermano el Marqués, Martín Tovar Ponte, Leandro y Florencio Palacios, Simón Bolívar. En etras ciudades de Venezuela y en las capitales de toda América, desde México hasta Chile, aparecen otros. Y todos ellos trabajan por la Revolución, por la Democracia y por la Republica.
Aquella oligarquía o patriciado, sobervia y combativa, mal elemento para la pasividad de una colonia, se imagina muy superior a lo que en realidad es. La Corona formentó esa clase como seguro aliado de la Monarquía. Por razones complicadas y múltiples, ocurrio lo contrario.
Tanto el padre de Bolívar, Don Juan Vicente Bolívar y Ponte, como la madre, Doña Concepción Palacios y Blanco, pertnecían a las mejores familias de Caracas.

Origen de la familia Bolívar

"Es bastante para un hidalgo de provincia contar entre sus abuelos, místicos y hombres de acción, benefactores sociales, fundadores de pueblo, gobernantes. Pero este linaje, que se prolonga en América hasta concretarce en un hombre de genio, Libertador del continente, asciende en Europa, en el país vasco español, hasta perderse en las revueltas de la Edad Media. Cerca de Marquina, en la puebla de Bolívar, una de las veinticinco republicas en las que estaba dividido el ceñorío de Vizcaya, se yergue el solar de los Bolívar, hoy deformado y decaído, naturalmente, de su antiguo carácter de fortaleza.Frente a él, separado por vasto espacio, en la iglecia de Santo Tomás de Bolívar, tambien reconstruida, aún pueden verse y todos los viajeros hemos visto, las piedras túmbales primitivas, descubiertas por la acuciosidad inteligente de un hijo de Francia, con las primitivas armas de las familias: la rueda de molino. ¿No significa Bolívar, en éuscaro, la ribera del molino?
Pues una rueda de molino, en campo de plata, fue el primitivo blasón de la casa, modificado luego. Según los eruditos en la materia, estas piedras túmbales datan del siglo X o del siglo XI...
Por todo Vizcaya quedan huellas vivas de la fuerte raza de los Bolívar: en Marquina, en Zamudio, en Sodupe. Existe ademas de la puebla de Bolívar, en Viscaya, de donde origina la familia, San Andrés de Bolívar, en Alava; un lugarejo cerca de Bilbao lleva también el nombre de easta familia.
En la Iglesia de Sodupe puede admirarse, en alto relieve y en perfecto estado, un Bolívar repujado en cobre, "el magnífico don Pedro de Bolívar", dice la inscripcion, "Capitán Contino" del Emperador Carlos V y de Felipe II.
Y si el nombre de los Bolívar en Vizcaya se encuentra vinculado tradicionalmente a la geografía natural, a la geografia política y a las obras de arte, se remonta el nombre de este linaje viscongado en la historia de la región y persiste su recuerdo hitórico hasta en los pleitos de las autoridades eclesiásticas con los diversos y señores feudales de Vasconia.
Entienden los señores ejercer autoridad exclusiva y cobrar diezmos en la iglesia y tierras de sus feudos; y aspirar los Obispos a administrar, no sólo espiritualmente, tales iglesias.Una de estas incursiones a contra fueros, a la Iglesia de Santo Tomás de Bolívar, costó cara a Don García, Obispo de Armentía.Gonzalo de Bolívar, sus parientes y sus mesnadas acometieron al prelado y sus gentes.
El Obispo quedó muerto. Los Bolívar hulleron o fueron desterrados a Francia. La torre fue destruida. Esto ocurría en el siglo XIV o quizás anteriormente.
Sorprendimos luego a los Bolívar mezclados en la rueda política de la época, adheridos a un bando, el de los Gamboa, defensor de los fueros tradicionales y del Señorío de Vizcaya, y enemigo del absorbente y sanguinario don Pedro El Cruel, de Castilla, que persigue y destruye a los representantes del Señorío.


Los parientes de Bolívar, por parte de madre, tanto de una como de otra rama, son de los más antiguos y empingorotados de la Provincia. Los hombres de una y otra familia figuran en la historia de la Provincia desde lueñes días.Los Palacios provienen de Miranda de Ebro, en Castilla la Vieja. Constituyen la flor y nata de la Colonia. Lo mismo los Blanco, con quienes los Palacios se cruzan durante dos siglos.Aquellos Blanco provienen de Francia y Flandes, bien originarios de allí, o tal vez pasados a esas regiones como oficiales en las tropas de los Reyes de España. Un miembro de esta rama, Don Pedro Blanco y Gerardts, nació en Brujas, Bélgica, el 1º de Octubre de 1557, y casado en Garachico, Canarias, el 6 de Mayo de 1589, se traslada con su esposa a Costa Firme en 1603. Fue el primero de esa rama que arribó a Venezuela. Sus descendientes fueron conquistadores, fundadores de pueblos, gobernantes y personajes de la Provincia. Convensidos de su derecho quiritario a señorear la tierra nativa y la sociedad donde floreces, uno de ellos es de los que protestan ante el Rey Carlos III contra la Real Cédula de garcias al sacar.

Aparte de la importancia que por ellos mismos tenían, los Bolívar se unieron muy pronto, por sucesivos matrimonios, a las familias de los primeros conquistadores y pobladores de la Provincia.